Por María Fernanda Serrano
La salud mental es un aspecto fundamental en nuestra vida diaria. En mi experiencia como psicóloga, con frecuencia escucho a pacientes que buscan mejorar su bienestar emocional a través de la terapia, la meditación o sus relaciones interpersonales. Sin embargo, la salud mental no puede abordarse de manera completa sin considerar otros factores como nuestra salud física y nuestra alimentación. Nuestros hábitos físicos, desde lo que comemos hasta el tipo de actividad física que realizamos, están relacionados con nuestra capacidad para gestionar emociones, manejar el estrés y sentirnos bien con nosotros mismos.
La relación entre nuestro cuerpo y nuestra mente está respaldada por investigaciones científicas que demuestran cómo nuestros hábitos físicos afectan nuestras emociones. Partamos por nuestro cerebro, un órgano físicamente demandante, que requiere nutrientes, descanso y estímulos adecuados para funcionar correctamente. Si estamos cansados o no nos hemos alimentado correctamente, nuestro cuerpo no contará con los recursos necesarios para gestionar el estrés o regular las emociones.
Cómo los hábitos físicos afectan las funciones cognitivas
Por ejemplo, el movimiento físico tiene un impacto directo en nuestras capacidades cognitivas. Esto es respaldado en el estudio “The Effect of Acute Treadmill Walking on Cognitive Control and Academic Achievement” realizado por la Universidad de Illinois en 2009. En este estudio, los investigadores descubrieron que una caminata moderada en una caminadora mejoraba significativamente funciones cerebrales como la toma de decisiones, el control de impulsos y la atención. Esto no solo evidencia la estrecha relación entre el ejercicio y nuestra mente, sino que también resalta cómo pequeños cambios en nuestros hábitos físicos pueden tener un impacto positivo en nuestra salud mental y bienestar general.
En sesiones de terapia no solo abordamos los pensamientos y las emociones del paciente, también revisamos los hábitos del día a día, ya que entendemos que todo esto tiene un impacto importante en nuestra salud mental. Las horas de descanso, la actividad física y los hábitos alimenticios pueden influir en nuestra química cerebral y, en consecuencia, en nuestro estado de ánimo.
Alimentación saludable como pilar del bienestar emocional
Una alimentación saludable y balanceada es un factor importante, ya que así nuestro cerebro recibirá los recursos necesarios para funcionar de manera óptima. Por otro lado, una alimentación pobre en nutrientes o alta en procesados puede desencadenar desequilibrios en los niveles de energía y emociones, afectando nuestra capacidad para gestionar el estrés.
Por ejemplo, en el caso de la ansiedad, hay ciertos alimentos y sustancias que pueden exacerbar sus síntomas. Un claro ejemplo es la cafeína. Aunque muchas personas la consumen como un impulso de energía, la cafeína puede intensificar los síntomas de ansiedad, como el nerviosismo, las palpitaciones y la sensación de inquietud. Esto ocurre porque estimula el sistema nervioso central, activando la respuesta de “lucha o huida” que ya está hiperactiva en quienes tienen ansiedad.
Por lo tanto, siempre se sugiere regular el consumo y evitar el consumo excesivo de cafeína o reemplazarla por bebidas sin estimulantes, como infusiones de hierbas. En muchos casos, este pequeño cambio en los hábitos diarios de una persona tiene un impacto significativo, ya que lo ayuda a reducir los síntomas de ansiedad. Además, siempre se sugiere mantener horarios regulares de comida, optar por snacks saludables y mantener una higiene de sueño apropiada, lo cual ayuda a estabilizar los niveles de energía y minimizar la sensación de agobio.
El poder del movimiento físico en la salud mental
Otro aspecto que siempre me gusta abordar en las sesiones es el movimiento físico de la persona. Y es que la actividad física es clave para nuestra salud mental. No solo mejora nuestra condición física, sino que también impacta positivamente en nuestra mente. Constantemente se habla de cómo el ejercicio libera endorfinas, serotonina y dopamina, que son sustancias químicas naturales que elevan el estado de ánimo y reducen el estrés.
Un estudio reciente recalca la importancia del ejercicio, especialmente al aire libre. En una investigación publicada en la revista Nature en 2023, concluyó que realizar actividad física al aire libre amplifica los beneficios de esta actividad en comparación con hacer ejercicio en interiores. Estar en contacto con la naturaleza mientras nos movemos no solo reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés), sino que también mejora la sensación de bienestar general y nos conecta con el entorno.
Suplementos naturales como apoyo adicional
Otro aspecto importante que tenemos que tomar en cuenta es que, en ciertos casos, el cuerpo necesita apoyo adicional para alcanzar un equilibrio. Y es aquí donde los suplementos naturales pueden ser una herramienta valiosa, siempre bajo la guía de un profesional. Quiero mencionar dos en particular: el ashwagandha y el mio inositol.
- Ashwagandha: Es un adaptógeno que ha demostrado ser efectivo para reducir el estrés y los niveles de cortisol. En el año 2020, en un estudio publicado en el Journal of Clinical Psychiatry se evidenció que la ashwagandha puede aliviar significativamente los síntomas de ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, la esquizofrenia, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y los trastornos adictivos. Además, el consumo de ashwagandha mejora la capacidad de realizar ejercicio en adultos sanos y también parece mejorar la calidad del sueño. Tal como se mencionó anteriormente, un cuerpo en movimiento y un descanso reparador son factores que van a influir en el estado de ánimo.
- Mio Inositol: Este compuesto natural ayuda a regular los neurotransmisores en el cerebro. Según un estudio en Journal of Psychopharmacology (2011), este suplemento ha mostrado resultados prometedores en el manejo de la ansiedad y la depresión, siendo una alternativa natural con menos efectos secundarios. Además, hay muchas otras investigaciones enfocadas en estudiar la relación del mio inositol y la esquizofrenia, el dolor crónico y el trastorno disfórico premenstrual.
Estrategias prácticas para cuidar la salud mental
Cuidar de nuestra salud mental requiere un enfoque integral. Aquí te dejo algunas estrategias:
- Adopta una alimentación consciente: Opta por alimentos frescos y naturales que nutran tu cuerpo y mente.
- Limita lo que puede desencadenar síntomas: Evita el consumo excesivo de cafeína y prioriza comidas regulares para estabilizar los niveles de energía
- Muévete regularmente: Encuentra una actividad física que disfrutes, preferiblemente al aire libre, para maximizar sus beneficios.
- Considera el apoyo natural: Explora suplementos como la ashwagandha o el mio inositol bajo supervisión profesional.
- Busca apoyo emocional: La terapia sigue siendo una herramienta fundamental para trabajar en las raíces de tus problemas emocionales.
Conclusión
La salud mental es un reflejo de cómo cuidamos todos los aspectos de nuestra vida. Desde lo que comemos hasta cómo nos movemos, cada decisión cuenta para construir una base sólida de bienestar. Como psicóloga, creo en la importancia de integrar lo emocional y lo físico para alcanzar un equilibrio real. Recuerda que pequeños cambios pueden marcar grandes diferencias en cómo te sientes y cómo enfrentas los desafíos del día a día.
Bibliografía:
- Hillman, C. H., et al. (2009). “The Effect of Acute Treadmill Walking on Cognitive Control and Academic Achievement.” Neuroscience Letters.
- Mitchell, R., et al. (2023). “Hacer ejercicio es bueno para el cerebro, pero hacerlo al aire libre es potencialmente mejor.” Nature.
- Salvi, V., et al. (2020). “Effect of Withania somnifera (Ashwagandha) on stress in adults.” Journal of Clinical Psychiatry.
- Levine, J., et al. (2011). “Myo-inositol for anxiety disorders: A meta- analysis.” Journal of Psychopharmacology.